miércoles, 25 de julio de 2012

De colillas, fuegos, civismo y educación

Burros huyendo del fuego. Girona

Las bolsas, los mercados y las primas están que arden. Los bosques españoles arden literal y pavorosamente. Del primer incendio no alcanzo a entender nada, sólo estoy segura de que no han sido los trabajadores honrados con o sin empleo, los funcionarios públicos y los discapacitados y dependientes quienes han prendido la mecha. De los segundos, parece ser que la culpa está en alguna colilla lanzada desde la ventanilla de un coche. Un acto irresponsable y necio pero nada extraño en este país. Ayer, durante un paseo matinal, observé los montoncitos de basura que el barrendero de mi barrio había ido formando cada veinte metros más o menos para luego ir recogiendo en su carrito, esos pequeños montículos de suciedad estaban constituidos mayoritariamente por colillas. Es una costumbre generalizada y aceptada por la gran mayoría la de salir a la puerta de los establecimientos a fumar y tranquilamente tirar los restos a la vía pública. Si uno lo hace habitualmente, cómo podemos esperar que por el hecho de montarse en un coche cambie el hábito.

Pero no es un problema sólo de las colillas, aunque las consecuencias en su caso puedan llegar a ser tan infernales e irreparables como la pérdida de vidas que se están sufriendo, no sólo las humanas, las más lamentables pero no las únicas. El problema de fondo es el civismo, la educación y el poco interés que estamos poniendo en solucionarlo. Cómo podemos aceptar con tanta naturalidad que cualquier grupo humano deje a su paso un rastro ingente de basura y suciedad. Y eso pasa todos los días, en cada pueblo y lugar de España. Se acaba San  Fermín, por poner un ejemplo entre miles, y nos hacen el recuento de toneladas de basura recogidas de sus calles como lo más natural del mundo; por no hablar del famoso botellón que además de basura genera ruido y conflicto con los vecinos. Pero en este caso, el Ayuntamiento de Jerez, por poner otro ejemplo, ha encontrando  "una solución"  y  ha delimitado un solar inmenso e inhóspito  como  ¡¡¡botellódromo!!! . No es asunto menor que la información llegue de la mano de una pelea mortal entre jóvenes ocurrida en semejante instalación  "ciudadana".

En resumen, que el país está que arde por los cuatro costados y en todos los sentidos y  los españoles tenemos motivos más que sobrados para avergonzarnos de la clase política (así, en general y salvando las excepciones, que las hay). La suma de escándalos y corrupciones, los insultos directos y malsonantes dirigidos a los más desvalidos (el eco del famoso "que se jodan" resonará durante mucho tiempo en nuestro tímpanos), el desapego que demuestran a las necesidades más perentorias, la sordera a las demandas del pueblo "que representan"... no pueden dar otro resultado. Pero por si estas grandes cuestiones no fueran suficientes hay que añadir también la ceguera demostrada para poner en marcha políticas EDUCATIVAS que alcancen a todos y que de una vez por todas incidan en el aprendizaje de los derechos y deberes de los ciudadanos, el respeto por los espacios públicos, los valores de la convivencia. No es responsabilidad exclusiva de las escuelas (que también) sino que es una asignatura transversal,  prioritaria y permanente para toda la población y a través de todos los medios, hasta que nadie se atreva a tirar una colilla, un chicle … a la vía pública sin que cualquier otro viandante le afee la conducta.


 ¿De verdad alguien en su sano juicio puede creer que la asignatura de Educación para la Ciudadanía realmente sobra en nuestros Programas Educativos?. Al hilo de dicha asignatura y volviendo al terreno de los insultos con los que los políticos nos obsequian tan a menudo en estos últimos tiempos, también podríamos recordar una de las perlas del Ministro de Educación del Gobierno actual de cuyo nombre no quiero acordarme, cuando desde la tribuna del Congreso nos acusó a los maestros de "adotrinar a la infancia" al más puro estilo Torrente.

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