jueves, 6 de enero de 2011

También la lluvia

Sabía que no me iba a defraudar y así ha sido. Siempre me han entusiasmado las películas de Iciar Bollaín. No sé si existe un cine de mujeres pero sí que hay determinadas películas que una directora sabe abordar con "otra" mirada. No sabría explicarlo bien pero cuando salí del cine, ya hace unos años, después de haber asistido a su película Flores de otro mundo que, en mi opinión, fue tan injustamente ninguneada en los premios Goya, pensé que la sensibilidad con la que se trataba el tema e incluso la elección del mismo sólo podía hacerlo una mujer. Lo mismo puede decirse de sus obras posteriores, Te doy mis ojos y Mataharis, cada una con sus peculiaridades. Pero También la lluvia es diferente. Las diferencias no son tanto de fondo, pues todas las películas se fundamentan en lo mismo: en la exploración de personajes y situaciones, en una combinación de humanidad y denuncia social. Es decir, en lo esencial del buen cine, de cualquier buena historia.

Sin embargo, la complejidad de esta última película es incomparable, el valor añadido de otros muchos asuntos que aquí aparecen la singularizan tremendamente. Desde el propio cambio de escenario, trasladado en esta ocasión al otro lado del océano, al paralelismo de actitudes y abusos históricos que se repiten, la denuncia de explotación de pueblos indígenas, la avaricia inherente al ser humano, la introspección en el mundo del cine, las contradicciones personales tan evidentes, la amistad, la dignidad de los seres humanos, ... todo ello la convierten en una caja de Pandora de la que afloran sobrados motivos para hacernos pensar largo y tendido sobre cada uno de los temas y de nuestras propia condición.

Una película para no perdérsela. Espero que le den el Oscar, pero si no es así, seguirá siendo grande.

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